Seguramente en algún
momento de nuestra vida nos hemos hecho preguntas acerca de la
invisibilidad, aquellas que van desde lo fantasioso hasta lo
picaresco. Pero, ¿qué sucedería si realmente pudiéramos ser
invisibles? En todo caso, ¿Es posible conseguir ser invisibles?
La primera de las
cuestiones planteadas encuentra múltiples respuestas entre los seres
humanos, tantas como intenciones pueda tener cada individuo. Sin
duda, si la invisibilidad estuviera al alcance de la humanidad, como
algo muy común, probablemente alcanzaría los mismos efectos en
nosotros que el que provoca ver toneladas y toneladas de agua
flotando encima nuestro, muchas de las veces con formas caprichosas
y brillantes; eso que llamamos nubes y que son espectáculos únicos
de la naturaleza que por su frecuencia tan común pasan a segundo
plano en la tarea de la admiración humana.
Pero nada de lo anterior
tiene un sustento real si no contestamos al núcleo de la
interrogante: ¿Es posible la invisibilidad? En muchas películas y
obras escritas de éxito, el tema de la invisibilidad se ha abordado
como algo real, sustentando apenas en teorías pseudocientíficas de
difícil comprensión para el espectador.
Uno de los aportes más
cercanos a la realidad pero también enmarcado en la más pura
ciencia ficción es que se presenta en la película El Proyecto
Filadelfia, en la cual se exhibe la posibilidad de la desaparición
de un barco militar ante la vista de todos, incluyendo sus propios
tripulantes. El documento videográfico supone la existencia de
experimentos no oficiales del Gobierno Estadounidense para tácticas
militares innovadoras. El principio de esta intención militar
encuentra su explicación científica en la teoría del Campo
Unificado de Einstein, cuyo propósito no sólo era la invisibilidad
para los radares de la milicia, sino que concluyó en la
teletransportación óptica con resultados maravillosos como los
viajes en el tiempo.
No es intención de quien
esto escribe, narrar una película. Sin embargo, la supuesta
desaparición en 1943, en Filadelfia, de un buque de guerra y su
aparición en otra época bien merece un análisis cuidadoso.
Los fundamentos teóricos
en los experimentos de Tesla, los alcances del electromagnetismo y
los fenómenos ópticos percibidos por el ojo humano, se han
conjugado para demostrar que sí es posible alcanzar la
invisibilidad.
La Luz que emiten fuentes
como el sol o un foco, viajan y chocan en los objetos a nuestro
alrededor, llegando a nuestros ojos donde su energía es captada por
los receptores de los mismos y enviados al cerebro para
interpretarlos como una imagen. Gracias a las frecuencias y
magnitudes de onda que emite cada color. De hecho, en la naturaleza
existen múltiples clases de ondas que el hombre recibe y que en
otras tantas ocasiones recibe sin desearlo: Ondas de radio,
microondas, radiación infrarroja, luz visible, luz ultravioleta,
rayos X, y otro tipo de radiaciones que pueden incluso ser
generadoras de cáncer y algunas mas que utilizamos en la vida diaria
como las que permiten el uso tecnológico del Wi Fi, todas en esencia
son lo mismo, lo único que varía en ellas es la magnitud y
frecuencia. A mayor frecuencia, menos será la longitud de onda y
por tanto mayor será también la cantidad de energía contenida en
ese tipo de onda electromagnética. Así la luz es una pequeña
parte apenas del campo electromagnético que conocemos, ahí se
encuentran todos los colores y tonalidades. Nuestros ojos
evolucionaron para poder ver todo lo que se encuentre dentro de ese
rango, fuera del cual todo se vuelve invisible ante nuestros ojos.
Esto es, si la luz no se refleja en un objeto, nosotros no podemos
mirarlo.
La utilización de
grandes generadores eléctricos en teoría, desviarían la luz
alrededor del objeto que se desear hacer pasar como invisible,
creando una especie de repulsión para dicho objeto para que la luz
no lo toque y de esa forma no rebote en él y nos permita verlo,
logrando con ello la invisibilidad.
Caso de estudios
adicionales será consolidar la factibilidad de que un ser vivo pueda
ser sometido a cantidades tales de electromagnetismo sin sufrir
consecuencias secundarias, incluso la muerte. Queda pendiente saber
si es posible una deformación en las dimensiones de espacio y tiempo
para poder realizar los hipotéticos viajes en el tiempo.
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