Una
de las interrogantes que con mayor frecuencia aparecen en la mente de
muchas personas que han terminado una relación, se refiere a la
conveniencia o no de volver con su “ex” cuando la posibilidad se
convierte en latente. Partiendo de la base de que toda relación
sentimental debe ser retroalimentada para garantizar su subsistencia,
entonces no basta con que una de las partes quiera o necesite de
mantener con vida la relación.
Los
rompimientos vienen precedidos de grietas que han impedido la entrega
total de ambos y para ambos. Son momentos dolorosos, que requieren de
una enorme capacidad de análisis para identificar las razones que
dieron origen a la ruptura: diferencias irreconciliables,
infidelidad, intervención de terceros en la relación, e incluso la
acumulación de pequeños detalles que convirtieron en insostenible
el romance.
Después
de la ruptura los escenarios suelen ser diversos, desde aquellos
donde alguno de los dos o ambos, han decidido no dar posibilidad
alguna a la mente y corazón de recordar la relación recién
terminada, hasta aquellas que guardan un espacio a la posibilidad
(por no llamarle esperanza) de que el lazo amoroso encuentre nuevos
bríos y se pueda añadir un nuevo capítulo a la historia a pesar
del paso del tiempo y la duración de la ruptura. Pero… ¿Es
conveniente regresar con tu expareja? ¿Por qué lo hacemos? ¿Qué
razones hay para no reanudar una relación?
Sin
duda el principal motivo de volver con el/la “ex” es el remanente
sentimental que queda respecto a la pareja anterior. Es un factor que
favorece porque ya no se debe pasar por la etapa del cortejo y del
enamoramiento.
Vale
la pena entonces, antes de tomar decisiones, recordar las causas de
la ruptura original, revalorar quién y porqué tomó la decisión de
poner aquél fin a la relación, pero sobretodo de analizar cuánto
han podido cambiar las cosas desde entonces, para considerar que esta
vez será diferente.
Ante
ello, puede ser que el lector en esta etapa tenga ya algunas dudas.
Pero en su caso, es mejor que sentir una sensación de culpabilidad
ante un posible caso de chantaje sentimental, es decir, de sentir que
la expareja sufre a consecuencia de nuestra decisión.
Análisis
aparte requieren aquellos casos donde el motivo del distanciamiento
fue la existencia de adicciones que convierten la relación en algo
deformante de nuestros deseos y valores. Aun cuando la expareja pueda
aducir en nosotros la posibilidad de ser un factor de ayuda para
superar problemas de adicciones, también es cierto que nadie es
feliz cuidando de personas que han buscado un primer refugio en el
alcohol, las drogas y otro tipo de intoxicantes no solo del cuerpo,
son también del alma. Los daños colaterales de una relación
interrumpida por las adicciones pueden tocar no sólo al valor del
amor y sus aspectos rosas, sino que además pueden herir de muerte a
un valor directamente proporcional del amor que sentimos por
nosotros: la dignidad.
Al
final del camino, y sea cual sea la situación y contexto que la
relación viva, se tiene la obligación de hacer un recuento de los
daños, analizar con sinceridad y conciencia qué fue lo que falló,
¿quién falló?, ¿Qué defectos son imposibles de modificar en la
pareja y en uno mismo? Aun cuando las respuestas a las preguntas
inmediatas anteriores pudieran indicar que es el lector quien falló,
queda todavía una certeza irrefutable: la verdadera razón por la
que hemos decidido alejarnos, es la ausencia de un sentimiento hacia
la expareja.
Entonces,
¿Por qué estar con alguien a quien ya no se ama?, peor aún, ¿Por
qué estar con alguien que ya no nos ama? Aferrarse o dejarse influir
por alguien que encaja en las dos preguntas anteriores, puede
ocasionarnos la infelicidad de ambos en el futuro, y entonces, no
será culpa del otro, sino de nosotros mismos.